Las lágrimas colmaron sus días
Hasta desencadenar su propio naufragio.
Al inicio flotó en su dolor,
Pero la desesperación la derribó
Y aspiró sufrimiento hasta los pulmones.
Con pataleos y manoteos
A tientas buscó un salvavidas
Y luchó con desespero en la superficie.
Aguantó la respiración,
Gotas de sudor agónico surcaron sus sienes
Y una extraña quemazón
Bordeó los horizontes de su pecho
sellándolo como un cajón hermético
a la entrada del aire.
Al sentirse sola sollozó de repente,
Fue entonces cuando cayó en picada
Como una gaviota marina segura de su presa.
Y descendió hasta la calma,
Victoriosa y etérea
Hasta contener toda su vida en una sola bocanada.
Un rictus de paz emergió a su rostro,
Y finalmente hizo inmersión
Hasta la profundidad libertaria de su alma.